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PEDIATRÍA

De reflujos y cólicos, la acidez de un dulce alumbramiento.

21/1/2016

1 Comentario

 
Precaución. Tema pantanoso. Cuando se trata de temas pediátricos es necesario advertir varias cosas. La primera de todas es que este no es un post apto para hipocondriacos. Al pronto, puedes pensar que tu bebé, o el más cercano, tiene alguna afección similar a lo descrito. En el caso de hoy nos centraremos más en la enfermedad del reflujo gastroesofágico.
La segunda es que si eres, además de hipocondriaco, valiente, y has decidido continuar pese a mi advertencia; leas esto relajado, y teniendo a mano el teléfono de tu fisioterapeuta de confianza para hacerle las preguntas oportunas si surgieran.
 
¿Todo bien? Pues adelante.
 
Por todos es conocido que el sistema digestivo del bebé va madurando según crece. Esto quiere decir que al comienzo de la lactancia pueden surgir molestias, y alteraciones en las heces (pasar de la diarrea al estreñimiento en un mismo día). La consistencia de las heces varia en función del tiempo del bebé y de la lactancia (con leche materna o de fórmula). Además no perdamos de vista que en el caso de lactancia materna lo que la mamá ingiere también determina la composición de la leche. Si el bebé ingiere leche materna hará una deposición tras cada toma, normalmente. Y si es leche de fórmula, probablemente sólo una vez al día.
 
A veces podemos perder de vista que el aparato digestivo no realiza esta función sin más, la digestiva, sino que también es importante en temas de defensa. La mucosa intestinal impide el paso de antígenos y hace de barrera, además de poseer un  mecanismo de inmunidad potente, basado en la presencia de inmunoglobulinas A. Por tanto, del buen estado y funcionamiento de este dependen otras muchas cosas. En el primer trimestre todo el sistema citado es especialmente vulnerable, y su formación está sujeta a demasiados factores. Es por ello susceptible de alterarse. Podemos facilitar el desarrollo completo o, sin saberlo, entorpecer la evolución normal del mismo para convertirlo en un sistema fuerte y bien desarrollado.
 
Lo normal es que se dé sintomatología relacionada con las modificaciones y la evolución del aparato digestivo. Pero siempre para todo hay un límite. Puedes esperar a que el bebé tenga un año, edad a la cual ya debe ir todo como la seda (a nivel digestivo) o acudir al pediatra y al fisioterapeuta para que ayude al bebé a gestionar este proceso y hacerlo lo más cómodo posible para él y para los padres, que son casi siempre los que sufren también las consecuencias (dormir mal, llantos desesperados tras cada toma, tardes de inquietud…).
 
En este entramado de sintomatología podemos pasar de pensar que se trata de cólico del lactante, a algo más allá como puede ser la enfermedad de reflujo gastroesofágico.
 
Lo que sí es cierto es que para disminuir la sintomatología de ambas hay una serie de consejos prácticos muy simples:
  • Disminuir al máximo las situaciones de estrés en el niño y su entorno.
  • Favorecer mediante información y formación que el agarre del niño al pecho sea bueno, tomando parte de la aureola y siendo audible la succión.
  • Disminuir la dieta en lácteos de la madre, ya que si esta los toma (recordemos que tomemos lácteos de otras especias que no son la humana), al niño, y a su aparato digestivo, le será más difícil digerir las moléculas que pasan en la leche materna.
  • Se ha descubierto también que la alternancia entre leche de fórmula y materna suelen dificultar una correcta formación del sistema digestivo e influir en la aparición de sintomatología digestiva
  • No apretar el pañal, ya que el intestino suele contraerse de forma convulsiva en la correcta formación del peristaltismo y todo lo que oprima el abdomen del bebé aumentará las molestias y el dolor.
  • Tomar al bebé recostado en el antebrazo semi prono semi lateral, esto es, con su vientre en la cara interna de nuestro antebrazo, preferiblemente sobre el izquierdo.
  • Usar biberón de control de flujo para evitar la entrada de gases y estimular la succión.
 
En el caso del reflujo la cosa se complica algo más. La leche recién ingerida es devuelta hacia el esófago y la faringe debido a una falta de madurez del esfínter esofágico inferior. Esto ocasiona una sintomatología característica: muchos eructos, hipo, arcadas, negarse a comer, molestias en estomago y garganta, tos frecuente, infecciones de las vías respiratorias altas, sibilancias y ruidos en el pecho. Suelen estar bastante irritables en las comidas.
También para mejorar esta sintomatología existen una serie de consejos prácticos que os resumimos aquí:
  • Después de alimentarlo colocar en prono con la parte superior del cuerpo elevada unos 30 grados o sentado sobre tu regazo, durante al menos media hora.
  • Es importante que el bebé eructe varias veces durante la toma, porque si esperas que se sacie, el estómago está lleno y así es más fácil que el contenido del mismo vuelva al esófago.
 
Si pese a todo, el bebé sigue irritable y con molestias es preciso que acudas al pediatra y le comentes la situación. Normalmente prescribirán fármacos que disminuyen la sintomatología. Si eres un padre inquieto y no te conformas con esto (tratar los síntomas que no la causa) he de decirte que estás de suerte y que, además, tienes toda la razón. Existen técnicas en fisioterapia y osteopatía destinadas a mejorar estas condiciones. No se trata de mejorar la sintomatología, que también, sino de ayudar al bebé a gestionar su sistema. Todo ello se consigue a través del trabajo de: diafragma, cráneo, sacro, los niveles medulares que se encargan del control del sistema digestivo… Principalmente revisar el recorrido del nervio vago, que parte del cráneo y en una excursión tortuosa a través de agujeros occipitales, diafragma y demás sitios fundamentales de atrapamiento, llega a inervar las vísceras hasta el ángulo esplénico aproximadamente (hasta tramo final de intestino grueso). Si el recorrido no está libre o se dificulta su paso, la información no llega ni sale de forma correcta (el peristaltismo depende de él, y el correcto funcionamiento del esfínter esofágico superior, también). Es importante en infinidad de reacciones relacionadas con la digestión. El cráneo del bebé es muy maleable, es necesario para pasar por el canal del parto. Es por ello que en las suturas craneales (que aun no están formadas en su totalidad) pueden darse acabalgamientos o posiciones anómalas (asimetrías craneales) que obstaculicen la correcta movilidad craneal y el libre recorrido de los nervios que parten de aquí, del cráneo del bebé.
 
Esto que parece algo difícil de entender para quien no esté familiarizado con la anatomía y fisiología, se convierte en fácil si, al acudir a la consulta del pediatra o del fisioterapeuta estos tienen la amabilidad de mostrártelo durante el tratamiento del bebé o con un modelo anatómico. Si visualizas lo que te cuento verás de forma sencilla donde radica el problema y, además, puedes preguntar en la consulta qué técnicas puedes aprender tú mismo para realizar en casa. Si prefieres terminar el proceso en consulta te diré que, normalmente, en tres sesiones suelen recuperarse bastante. También te diré que si dejas al cuerpo que continúe de forma natural, en un año,  como mucho, es probable que madure el sistema digestivo y la sintomatología desaparezca. La cuestión en estos casos es ¿merece la pena un año con esta sintomatología? ¿sabemos a ciencia exacta cuándo va a terminar? Nunca olvides que el diagnóstico diferencial es fundamental y que para ello debes acudir al pediatra.
 
Ánimo y no dudes llamarnos para aportar ideas o comentarnos cualquier duda. 
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1 Comentario
Debra O link
24/1/2021 06:47:54 pm

Loved readding this thanks

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