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OSTEOPATÍA

¿Dolor? ¿Reposo? Todo lo que necesitas saber.

3/1/2018

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¿Te han recomendado reposo alguna vez? ¿Cuando te lesionas, inmovilizas? ¿Acudes al fisioterapeuta cuando te prescriben reposo?

Todos conocemos nuestro cuerpo en mayor o menor medida a nivel "macroscópico". Todos sabemos de la existencia de una cabeza, dedos, piernas, etc. Pero hoy os proponemos viajar a otro nivel, a nivel del tamaño de nuestros vasos circulatorios más pequeñitos, allí donde se producen los intercambios y la sangre arterial pasa a a ser sangre venosa, allí donde la sangre después de haber sido utilizada es reciclada de vuelta al corazón.

Microcirculación, la base.
Para que todos lo entendamos vamos a intentar explicar la micro circulación de una manera sencilla.

En primer lugar vamos a pensar en una gran arteria, una gran tubería de nuestro cuerpo. Y vamos a pensar qué es lo que lleva: sangre. Tenemos una tubería y un contenido. Con cada latido, el corazón empuja a la sangre dentro de las tuberías generando una presión (o una tensión sobre las paredes). Hasta aquí todo es sencillo, el corazón bombea la sangre a través de las arterias generando una presión que se va a mantener a lo largo del tubo. Estos tubos arteriales van haciéndose cada vez más pequeños hasta que llegamos a un nivel en el que son prácticamente imperceptibles al ojo humano.

Ahora bien, ya sabemos que la sangre llega a todas partes pero ¿cómo? Parece lógico que aquello que transporta nuestra circulación en algún momento tenga que salir para llegar allí donde una pequeña arteria no tiene ramificaciones. A este nivel de intercambio de sustancias de le llama microcirculación.

Funcionamiento.
Vamos a ver como funciona esta circulación a pequeña escala. Vamos a empezar recordando que la sangre arterial, desde donde viene, trae una presión que al llegar al capilar y salir también mantendrá. Y, para equilibrase, irá buscando aquellas zonas de baja presión. Aquellas donde exista un "vacío de presión" que serán nuestras pequeñas venas y pequeños vasos linfáticos. A este espacio entre pequeñas arterias y pequeñas venas y vasos linfáticos lo llamaremos intersticio.

La cantidad de líquido que pasa desde los capilares al intersticio es similar a la que el intersticio devuelve a la sangre más la que extraen los capilares linfáticos. La presión en el extremo arterial de los capilares hace que el agua y los electrolitos pasen a través de la pared arterial hacia el intersticio. Una parte de este líquido penetra de nuevo en la sangre por el extremo venoso de los capilares, donde la presión es menor y otra parte vuelve a la sangre a través de los vasos linfáticos.

Ahora bien, una cosa que tenemos que tener clara es que en el cuerpo no hay espacios vacíos por lo que ese intersticio no será un ente hueco. Se considera que este espacio contiene una serie de finos canales por los que circulan los productos generados por la sangre en su camino hacia el sistema venoso y linfático de reciclaje.

Ahora es cuando llegamos a la parte que nos atañe en fisioterapia. Esta microcirculación que es fundamental en un cuerpo sano puede verse afectada bien por un cambio en la presión en las tuberías o bien por algo que nos rellene ese espacio intersticial y ponga obstáculos en el curso normal de proteínas, hormonas, encimas y productos de deshecho desde la arteria hasta la linfa y venas.

Este espacio esta relleno de una sustancia gelatinosa con la capacidad de captar mucha agua, de hincharse y de permitir que el famoso colágeno viva en ella dando elasticidad a nuestro cuerpo. La falta de un movimiento apropiado (sobrecarga, invomivilizaciones o ambas) impide que esta gelatina y su colágeno se desarrollen de forma correcta. De esta forma la gelatina cada vez captará menos agua y será más dura y el colágeno que flota en ella dejará de tener libertad de movimientos y por igual irá acumulándose en mayor medida allí donde el movimiento sea menor y la gelatina más densa.
¿Por qué esto es tan importante?
Ahora razonemos. Imaginemos que tenemos una lesión en un tejido, por ejemplo un músculo. Allá donde esté la lesión se liberarán sustancias inflamatorias precursoras de ese dolor tan necesario que nos avisa de que algo ocurre. Ante esta situación deberemos elegir entre dos opciones: movilizar o inmovilizar. Desde la fisioterapia entendemos que la movilización no siempre es en rangos articulares, sino entre planos, tejidos, líquidos... Mientras que la inmovilización hace referencia a "bloquear" y la consecuente ausencia de deslizamientos articulares, entre planos, tejidos... Siempre, ante cualquier elección, primero deberemos razonar los objetivos. ¿Cuáles serán?

Objetivos.
En primer lugar: Para el paciente disminuir el dolor y no perder funcionalidad, esto es, poder seguir haciendo su vida normal. Para el fisio, serán estos mismos, además de la correcta vuelta a la normalidad mediante recuperación del tejido en aquella función para la que fue diseñado.
Si elegimos la opción de inmovilizar no someteremos en etapas tempranas al tejido a un estrés que lo pueda lesionar, de esta manera garantizamos la cicatrización pero no aseguraremos que el tendón, músculo o ligamento pueda soportar su trabajo cuando vuelva a sus actividades de la vida diaria. Si inmovilizamos, estamos alterando esa pequeña microcirculación; que será la encargada de llevarse esas sustancias que provocan inflamación y dolor, además de provocar que el tejido que rodea al músculo deje de ser esa gelatina dispuesta a moverse en cualquier dirección. Además los ladrillitos que circulan por la sangre destinados a reconstruir la lesión se encontrarán con el obstáculo de un liquido intersticial difícil de penetrar.

Conclusión.
Es por ello que desde Enso defendemos que ante cualquier tipo de lesión de tejidos blandos (músculos tendón, ligamento,cápsula, arteria, nervio...) se aplique alguna estrategia mecánica adaptada que permita trabajar este tejido intersticial; liberando las toxinas atrapadas y facilitando el transporte hacia los sistemas venoso y linfático.

Son muchos los estudios que demuestran que la inmovilización provoca cambios importantes en el tejido conjuntivo: el que une todos los elementos de nuestro cuerpo impidiendo que existan esos espacios vacíos. No mover una zona desorganiza la orientación de las fibras que conforman nuestra estructura corporal, provoca adherencias entre tendones, ligamentos, cápsulas y su capacidad para soportar fuerzas. Se inhibe la cicatrización de los tejidos que necesitan trabajar en su función para desarrollarse sanos.

Esperamos que después de toda esta explicación, entendáis que movimiento es sinónimo de salud. Y dentro de la escala de movilidad en nuestro organismo no hay blanco y negro rotundo sino que hay muy diferentes escalas de grises. Con la terapia manual accedemos a todos esos grises en función de los limites y objetivos para la recuperación.

Por tanto: ¿qué opináis de las inmovilizaciones prolongadas? Por ejemplo esos reposos prescritos para esguinces sin rotura de tejido, tendinosis e incluso ciatalgias...

Nosotros opinamos que ante la inmovilización, consultes a tu fisioterapeuta.
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