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ALGO QUE CONTAR

ELLA SABE PORQUÉ

16/6/2016

1 Comentario

 
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​Estas pequeñas letras van dedicadas a una mujer, menuda pero inmensa en muchos sentidos. Apareció en mi vida de repente, por casualidad (o causalidad) y se quedó en ella para los restos. Forma parte de mi vida del mismo modo en que yo lo soy de la suya. Siempre rondan las frases cuando trabajamos juntas, y últimamente amenazaban con salir desbocadas atropellándose unas a otras en el teclado. Se pusieron de acuerdo y aquí te dejo el resultado. A veces, esta profesión es el mejor regalo que puede darme la vida. A veces, esta posición es la mayor fuente de inspiración de la que una aficionada al garabateo puede valerse. Nunca llegué a entender porqué ciencias y letras fueron separadas al nacer, como tampoco entendí que los profesionales sanitarios no se involucren en lo más profundo y personal que ronda a sus pacientes. Me niego a entender tantas cosas…
 
Ahí va:
 
Los compases al fondo de Café Quijano marcan el ton y el son de la sesión; de nuestros encuentros semanales, mejor dicho. Cada minuto y cada pulso se convierten en un hilo que teje una amistad transtemporal. Venimos a trabajar, las dos, pero también aprovechamos para descansar, para destripar, para sentir, para callar, para dejarnos llevar… Un día me dijo “no puedo hacer mucho esfuerzo, ni cansarme demasiado, porque entonces mueren muchas de mis neuronas, y no estoy yo para perderlas”. Y, entonces, yo no tuve otra que mimar cada una de ellas, cada impulso, cada conexión, guiando cada movimiento, estimulando de modo disimulado y animando a mantener esa conducción, ese cableado en el que influyen tantos factores, tanto internos, como externos. Desde el dedo pequeño del pie, hasta la musculatura que baña sus gestos, siempre alegres, mis dedos van recorriendo su piel. Y sus músculos, siempre dispuestos miman a su vez mis manos (maltrechas en no pocas ocasiones) en una simbiosis difícil de explicar con palabras. Sobran a veces los tecnicismos, los pronósticos… Mientras que siempre suman los proyectos, los sueños, que a duras penas caben en tan pocos minutos de charla.
 
 El esfuerzo diario le da sus recompensas, pequeñas pero constantes, como casi todo lo que tiene éxito en la vida. No consiento un “no puedo”, porque siempre, siempre se puede un poco más de lo que se cree y, tras cada logro, una sonrisa de medio lado por ambas partes (que no pocas veces acaba en carcajada) zanja el pulso con lo imposible. “Ves, sí que puedes, y si te falta un poquito, yo te ayudo”. Y si quieres llorar, lloramos, pero que cada lágrima sea de alegría, de suerte, de fuerte, de coraje. Para que el agua salada (como somos nosotras) que llega a la comisura de tu boca sea el estímulo para sacar la lengua y hacerle burla a la vida. Esta vida tan caprichosa, que nos mece a su antojo, sin saber que nosotras, somos guerreras y sin saber que, siempre, le podremos.
 
El final del encuentro siempre viene marcado por el silencio y los ojos cerrados. Por la calma tras la tormenta, por esa sensación agridulce de todos los finales que llegan a buen puerto. Por todos los puertos que nos quedan por conquistar y todas las sonrisas que serán bandera de nuestras ansias de ganar. 
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1 Comentario
Irene
18/6/2016 02:48:47 am

Tengo el placer de saber A quién van referidas. Y no puedo decir más que gracias por estas palabras que le dedicas a esa mujer q yo tanto y tanto quiero.
Leer esto me llena de emoción . Tienes un don para todo lo que tocan tus manos
Un beso muy grandes a las dos

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